OBSOLETO
El oficio de mi abuelo tenía mucho de arte, y lo
desempeñaba como nadie.
Mantuvo siempre el entusiasmo, frente a la incomprensión
de muchos, aun sabiendo que su proyecto tenía fecha de caducidad.
Con el paso
del tiempo su oficio quedó relegado, como temía, al mismo margen extinto y
despreciado que el de los alfareros y los zapateros remendones.
Mi abuelo, ingeniero de telecomunicaciones, fue la
última persona en recibir una señal del Voyager 2.